MIGRACIÓN EN REVERSA
La pandemia ha desnudado la fragilidad económica y de los sistemas de protección social en las Américas. El colapso económico en los países de acogida y/o de tránsito en todo el continente, ha provocado el cese de fuentes de empleo informal para miles de migrantes irregularizados. El desborde de los sistemas de salud, en cambio, el poco o nulo acceso al cuidado en salud. Esto sumado a la mínima atención que los Estados de destino y/o tránsito efectivamente brindan a la población en condición de movilidad humana para extenderles formas de protección social acorde. Todo esto, junto con la galopante discriminación y xenofobia social y estatal, han exacerbado la vulerabilidad y la desprotección de la población migrante empujándolos a emprender migraciones en reversa, una forma de movilidad inédita en las Américas. Sea a escala transnacional – de países de destino o tránsito o países de origen–, o sea a escala nacional – de la ciudad al campo–, lxs migrantes se dirigen a sus lugares de origen para guarecer pues ahí tienen redes familiares y sociales de apoyo y de cuidado.
Algunos, han presionado a sus respectivos consulados para recibir apoyos estatales para su retorno. Es el caso de peruanos y bolivianos en Chile, y de venezolanos en Ecuador que permanecen acampando en los exteriores de dichos consulados esperando por asistencia. La gran mayoría, han emprendido viajes por cuenta propia, desafiando las medidas de confinamiento y el cierre de fronteras, y lo han hecho incluso caminando. Ese es el caso de hondureños, salvadoreños y guatemaltecos irregularizados en ruta también desde México a sus países de origen; de nicaragüenses desde Costa Rica a Nicaragua; de haitianos en ruta desde República Dominicana a Haití; o de los migrantes venezolanos a lo largo de toda la región Andina rumbo a Venezuela.
Al interior de algunos espacios nacionales también se registra la migración en reversa del campo a la ciudad. Por ejemplo, indígenas provenientes de Guerrero y de los Altos de Chiapas que buscaban iniciar su trámite de refugio en Estados Unidos y que retornaron a sus lugares de origen al ver las condiciones de hacinamiento y precariedad que se viven en los campamentos de Tamaulipas; así como de indígenas de las provincias de Cañar y Chimborazo que habitaban la ciudad de Guayaquil, la más afectada por la pandemia en ese país; y también de migrantes rurales desde Lima en Perú.
Esta inédita migración en reversa, entre forzada y/o voluntaria, será materia del conversatorio que proponemos. Es un escenario sumamente adverso, de pandemia, control, vigilancia y punición en medio del cual los migrantes nuevamente abren camino, generan estrategias y construyen nuevas rutas, en esta ocasión, para volver.